martes, 7 de diciembre de 2010

Recuerdos de cuando no era virgen

L'année dernier a Marienbad, de Alain Resnais
No siempre se es virgen, ni siempre se deja de serlo.

Los recuerdos son bocanadas de onirismo que vuelven, a veces, cuando y como les da la gana. Nunca es fácil recordar con claridad, la mente es una poderosa arma de doble filo.

Recuerdo un amanecer cegador entre palmeras, un BMW blanco y un espejo ovalado. Él no me avisó y yo no sabía nada. No me importó.

Recuerdo una tremenda ilusión, un principio de amor, una pensión destartalada, dos adolescentes inexpertos y muy poco tiempo, a ritmo de trompetas callejeras.

Recuerdo un otoño clandestino, mecido por unas olas frías ya, y una dura despedida.

Recuerdo una experiencia nueva, sorprendentemente grata, y mi devoción por el amante, un colchón en el suelo y una esperanza.

Recuerdo un fin de semana de ocio que se quedó entre cuatro paredes, entre sábanas y miradas asombradas y un extraño cuadro.

Recuerdo un flequillo oscuro, a través del cual descubría una nueva mirada, que trajo sushi a casa y me acarició la espalda.

Recuerdo una lavadora maltratada y un chorro de agua fría recorriendo mi espalda, los besos intensos y la absurdez de pretender algo más.

Recuerdo unos tatuajes, unos brazos entorno a mi cuerpo, un sofá, una necesidad mutua y ansiada.

Recuerdo Sitges, y un apartamento gigantesco, una guitarra y los Beatles.

Recuerdo una mirada entre miles, una mala gestión, Begur romántico y un apartamento en Madrid. Un Pro Evolution Soccer 9 muy productivo y una gran desilusión.

Y recuerdo la cala, sobre todo de noche, baños nocturnos teñidos de Möet, y unas copas flotando, como ideas peregrinas de plantear algo serio.

Hay muchas cosas más que recuerdo, pero éstos son los más bellos.
Libre interpretación.
¿Continuará?

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